En medio de toda oscuridad siempre hay belleza,
en el epicentro de una tormenta, siempre existe su instante de calma,
al igual que un día golpeado por el más frio de los vientos
logra tener un bello atardecer de sueños.
Todo cuerpo es rodeado por el fuego,
es el áurea que rodea la profundidad de nuestra alma,
exteriorizando al mundo lo que deseamos ser,
incluso grabando con fuego nuestros pensamientos en la piel.
No hay victoria sin lucha,
ni sonrisas sin lagrimas,
es una conjunción perfecta de dos estados,
dos elementos desde siempre enlazados.
Adoro las flores que nacen salvajes en la profundidad de las cuevas,
puesto que por su invisibilidad al transeúnte,
las convierten en bellas y enigmáticas,
en dulces lienzos donde transportar la mente.
Flor de fuego bailando un tango en lo profundo de la tierra,
haciendo resonar su taconeo dulce junto a la fuente de los perdidos,
donde pocos lograron encontrarse a ellos mismos,
donde muchos creyeron ser los mejores entre ellos.